- me niego a desandar lo pedaleado! -
Una vez más, la suerte nos sonríe y al final de una fuerte pendiente aparece el puesto fronterizo. Una desolada caseta será nuestra entrada a este pequeño y joven país.
Enseguida empezamos a percibir notables cambios respecto a Italia: mayor tranquilidad, habitantes mucho más altos, precios considerablemente más bajos y un idioma en el que no entendemos ni papa.
Al igual que en el resto de la costa dálmata, las montañas de los Balcanes se asoman hasta la misma orilla del mar
Por la orilla de este fiordo pedaleamos por paisajes que parecen escapados de latitudes más septentrionales y al final de éste, "desembarcamos"
- ¿Cómo diablos vamos a salir de este agujero?-
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